Vino mi hija Catherine desde Chacabuco, con mi Nietito Angel y mi Yerno Nestor. Sólo por tres días. Visitaron amistades, hermanos, sobrinos... Y en un momento al mandarle un wsp, queriendo expresarle ese inmenso amor que siento, en mi mente las imágenes y la búsqueda de las palabras correctas no pudieron siquiera mínimamente aproximarse a una definición... Pude notar que no tenían presencia ni lógica alguna en esos ámbitos, en esas maravillosas dimensiones del vibrar.
Note también que esto es algo que me sucedía muchas veces, al permitirme sentir y dejar brillar al amor que siento al pensar en mi otra hija, en mis nietos, en mis hijos, mis hermanos, sobrinos, amigos,etc. En la vida, en el canto de los pájaros, en los colores y las flores... ...Sólo pude decirle "Te amo" y unos cuantos corazones...
El decidido empeño, el conocimiento y la consciencia de luchar contra sí mismo en pos de corregir mi propio Ser; no permitiéndome vibrar, (Como tampoco pensar ni imaginar lo que dicho modo de vibrar exprese a mi mente y obviamente a mi química y a mi expresión...)ninguna otra vibra que me aleje de mi búsqueda de una armonía espiritual, de una armonía de mi Ser... Hizo que pueda darme cuenta y experimentar, poder palpar, lo infinito y maravilloso que en verdad es nuestra naturaleza de existir. Comprendiendo mi propia limitación a ese respecto, notando claramente que vibrando en ese modo los límites no existen y que a mi propio Ser debo seguirlo trabajando hasta llevarlo a un máximo exponente de lo que hoy es. Una vida no me alcanza, aunque sirve y suma para nuestra evolución no como especie, sino como Ser. Una vida no alcanza, pero como Ser somos eternos. Ahí sí.
Dada esta circunstancia, me aboqué a escribir lo siguiente:
La infinita limitación del lenguaje ante las infinitas formas de expresión de nuestros sentires.
Más aún cuando dichos sentires van logrando un equilibrio, una ínfima aunque ya perceptible armonía, ubicada en los picos de los decibeles del sentir necesarios para poder ingresar dentro de los extremos más lejanos, más allá de la extrema e infinita periferia de ellos... Ahí podría ubicar al equilibrio en mi sentir. Luego de un trabajo consciente, meticuloso y tan extenso como para contar ya con la experiencia necesaria; veo que puedo clasificar ahí a mi sentir. A mi propio Ser.
Dado que los sentires, que son nuestra profunda profundidad de Ser; son muy limitados cuando no son armoniosos; cuando sus decibeles tienen picos que se pierden... O para acá, o para allá, o para arriba o para abajo... Como enamorarse, o sentir asco u odio. Etc. ...Dependiendo de los parámetros a los cuales nos permitamos vibrar/sentir /expresar/Ser en esos modos... Por ejemplo en la profunda, recalcitrante, descontrolada manera de vibrar/sentir, Odio; tanto como en la lunática, volada e incoherente manera de vibrar/sentir Enamoramiento. Cualquiera de esos sentires que nos sumergen en una realidad demasiado desacertada, muy desequilibrante por propio mérito de su modo de vibrar, es claramente visible para todos nosotros en ese lenguaje que no tiene que ver con las palabras, en la parte Inteligente de nuestra escencia, como extremadamente confusa y limitada... (Su límite es en todos los casos darse de narices contra una muy dura pared. A larga o a la corta. Esto es siempre así...) A pesar de esto, si nos prestamos la mínima atención; y paulatina pero decididamente una cada vez mayor atención a lo que en verdad sentimos/vibramos en esos momentos, más allá de nuestros propios y desencajados pensamientos y de nuestra expresión física/química y/o linguistica de dicho instante... Es tan claro dentro nuestro todo esto... Notamos claramente la limitación del pensamiento/lenguaje/expresión como medio para exteriorizar mi propio Ser, mi propio sentir. Y si aún dentro de semejante descalabro existencial eso tan profundo que habita dentro de nosotros; que no tiene nombre, no tiene Yo y que es lo que en verdad somos; puede darse cuenta de esto con los sentires o realidades limitadas y confusas... Cuando el Ser, en base al conocimiento, a la práctica y a la acumulación de experiencia en su vibrar, en el verdadero conocimimento de sí mismo logra avanzar en su propia evolución; ahí comienza a darse cuenta de que en estos nuevos y más amplios y armoniosos sentires, la palabra, el pensamiento y la expresión quedan sólo como vagos y casi casi inútiles intentos ante tal magnitud.
Obviamente que a medida que correjimos nuestro Ser, nuestra propia vibra o modos de sentir; nuestros propios pensamientos, van cambiando; nuestra propia vibra y nuestros propios modos de expresión linguística y biológica toman otra dimensión; más acertada, de mucha más claridad, enfoque, nitidez... Con una realidad que día a día se encamina hacia lo que en verdad es la realidad. La única realidad. Esa que es sólo una. Esa que los más grandes Filósofos durante toda nuestra humana historia han planteado como la duda existencial del ser humano... Resultó no ser cosa propia de nuestras tres o cuatro dimensiones. Resultó no ser algo biológico o mental. Resultó existir muy plenamente en ese ámbito desde el cual venimos y hacia el cual vamos. Y para llegar a ella, a la única y verdadera Realidad, hay mucho por trabajar en corregir a nuestro propio Ser. A nuestra propia forma de pensar, de imaginar, de expresarnos, de vincular a nuestra comprensión y a nuestros valores con el todo. Yo, soy tan sólo acá en la vida. No existe Yo en esos lugares. Como no existen el arriba ni el abajo una vez que salimos del planeta? Bueno, tampoco existen ahí ni el bien ni el mal, ni categorías ni colores ni palabras. Todo es mucho, pero muchísimo más bello.
Tenemos que hacer carne la intuición, la intención y el ejercicio del ser Yo parte del todo, del ser más Yo cuando soy vos. De que Yo sea todos y todo lo que nos rodea, hasta el aire que respiramos.
La palabra, sí es muy útil ...cuando aprendemos a buscarla. A su vez también es en infinito limitada. Pues nuestro verdadero Ser, ese que en la vida esta acoplado a un Yo, ese; se comunica en otras formas de mucha pero mucha mayor amplitud.
Prestemos atención. Empecemos a conocernos de verdad.